#ElPerúQueQueremos

FORO NACIONAL PANAMAZÓNICO. TARAPOTO, perú. OCTUBRE 2016. Fotografía: ingrid sanca vega

Tercer pilar

la cultura es diversa

"Es verdad, imágenes violentas asociadas a los conflictos sobran, pero es necesario identificar que dicha violencia forma parte de la respuesta y no del origen del conflicto. Esto nos puede facilitar una mirada de responsabilidad compartida al momento de abordarlo, gestionarlo o transformarlo"

Ingrid Sanca Vega

Publicado: 2017-01-20


La presentación del Ministro de Cultura, Salvador del Solar Labarthe, ante la Comisión de Cultura del Congreso de la República del Perú, me ha inspirado algunas reflexiones. Específicamente el tercer pilar que guía su gestión: la cultura es diversa (a partir del minuto 10:28 del siguiente video).

En primer lugar, que la diversidad es riqueza, se dice fácil y pronto. El reto de vivenciar esta premisa pasa por generar políticas y actitudes de auténtico respeto y reconocimiento hacia nuestras diversidades. Y si de poblaciones indígenas y originarias se trata, pasa por respetar y reconocer su ciudadanía y sus derechos.

La promoción de nuestras lenguas originarias es, sin duda, un gran avance en el reconocimiento de la diversidad cultural que nos caracteriza. Los noticieros en lenguas quechua y (próximamente) aymara, suponen una excelente iniciativa.

Sin embargo, esta diversidad de realidades debería verse ampliamente reflejada en cualquier noticiero o medio de comunicación del país. Viajo con frecuencia a zonas como Huancabamba (Piura) o San Ignacio (Cajamarca) y, de los pocos canales que se pueden sintonizar, casi todos emiten programas sobre lo que pasa en Lima antes que lo que ocurre en dichas zonas.

De modo que, si queremos materializar el tercer pilar deberíamos apuntar a que nuestros hermanos y hermanas indígenas:

Logren comunicar y realizar cualquier gestión en sus propias lenguas, más allá de los límites de sus comunidades, de cualquier acto oficial o pantalla de noticiero.

Participen de manera efectiva y sean consultadas/os previamente en las decisiones que les afectan, sin que esto sea considerado un obstáculo o un trámite, sino un paso significativo en el proceso de transformación y pacificación social, necesario para hablar de cualquier tipo de inversión en "desarrollo".

Que sus problemáticas de salud, educación y justicia sean identificadas y atendidas con criterios que respondan a una mirada intercultural, de género y de derechos, de ser posible, con el mismo afán de visibilización y promoción con que se trabaja en la particularidad de sus lenguas.

Dejen de ser perseguidas/os e incluso asesinadas/os por luchar contra cualquier tipo de discriminación, racismo o abuso, especialmente cuando de defender sus territorios y la naturaleza se trata, porque su derecho a un medioambiente sano y equilibrado es el de todas y todos.

En segundo lugar, que la interculturalidad no es conflicto, supone dejar de referirnos a éste como sinónimo de violencia y represión. Es verdad, imágenes violentas asociadas a los conflictos sobran, pero es necesario identificar que dicha violencia forma parte de la respuesta y no del origen del conflicto. Esto nos puede facilitar una mirada de responsabilidad compartida al momento de abordarlo, gestionarlo o transformarlo.

Si tan solo en nuestro mundo personal se producen conflictos que nos desgastan y confunden, cómo esperar que éstos no surjan al interactuar con otros y otras, con sus valores, costumbres, pensamientos, desde distintas lenguas, contextos y visiones de vida. Por lo tanto, el problema no es que existan o surjan conflictos, lo es el querer evitarlos, reprimirlos o estancarnos en una limitada capacidad de escucha, diálogo y conciliación.

De manera que, para que todas y todos sintonicemos con nuestras diversidades desde el reconocimiento y respeto, para que nuestros pueblos originarios sientan que realmente “pensamos en ellos, trabajamos para ellos y que nos hermanamos” (como dice el ministro), el tercer pilar tendría que ser el primero, el principal, no solo para el sector cultura sino para todo el aparato estatal.

Que somos ‘cuna de civilizaciones’ el mundo lo sabe. Hace falta saberlo, creerlo y valorarlo aquí, entre nosotras y nosotros, desde nuestras fronteras hacia adentro.


Escrito por

Ingrid Sanca Vega

Antropóloga ~ Doctora en Estudios de Paz y Conflictos


Publicado en