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AL OTRO LADO DEL RÍO. COMUNIDAD NATIVA SUPAYAKU (CAJAMARCA, PERÚ). AGOSTO 2015. FOTO: ISV.

El diálogo como aliado de la democracia.

Publicado: 2016-02-22

Aunque algunos sectores políticos y económicos en Perú se hagan de la vista gorda, un rasgo persistente en el actual contexto nacional es la presencia de conflictos sociales. Según la Defensoría del Pueblo, en enero de 2016 se han registrado un total de 211 conflictos sociales, de los cuales el 67,8% se encuentran activos y el 69,7% responden a la calificación de socio ambiental, es decir, tienen que ver con el acceso, uso y distribución de los recursos naturales.  

Estos índices sacan a relucir altos niveles de tensión, desacuerdo, enfrentamiento e intransigencia, pero si escarbamos un poco más nos encontramos con una profunda falta de entendimiento entre sus principales actores. Y es que una de las grandes ausencias en el abordaje de los conflictos en general en Perú es la falta de un diálogo genuino entre sus protagonistas.

El Estado ha implementado ciertos mecanismos de acercamiento, casi siempre después de un episodio de crisis o de violencia, como las Mesas de Diálogo, Técnicas o de Desarrollo. Sin embargo, más allá de llevar la palabra diálogo en el nombre, dichos espacios no han garantizado la voluntad política ni las condiciones básicas suficientes para un proceso de conocimiento mayor, verdadero y profundo de los intereses y necesidades de los grupos involucrados, que en el caso de los conflictos socioambientales relacionados con las industrias extractivas generalmente son el Estado y sus instituciones, las empresas privadas y la población.

Esa profunda falta de entendimiento responde entonces a la falta de diálogo en su más amplia y genuina dimensión. Ambas ausencias, de alguna manera, han llegado a institucionalizarse y debilitan seriamente el frágil sistema democrático y de gobernanza en nuestro país.

El Estado se presenta como una estructura dada casi inamovible en sus enfoques y procedimientos, distante y hasta desconocida por un gran sector de la población más desfavorecida en el ejercicio de sus derechos, precisamente por las escasas garantías que dicho aparato les ofrece en este sentido.

Si bien no se trata de reducir la problemática o el conflicto al mero desconocimiento y desinformación sobre las lógicas o las instancias que participan en los proceso de negociación, es propicio revisar tanto el cómo se da la relación entre los actores considerando sus distintos códigos y niveles de disposición para la interacción, como también aquello que es implícito al proceso y entorpece cualquier esfuerzo en pro del diálogo.

El facilitador Rodrigo Arce (2014) señala que “Un proceso de diálogo está orientado por los contenidos, por el proceso y por las relaciones”. Bajo esa premisa, cualquiera que sea el objetivo de dicho proceso es necesario apuntar hacia un equilibrio entre contenidos, relaciones y el propio proceso. Resulta prioritario, entonces, llegar a entendimientos o acuerdos que surjan de procesos de diálogo que superen la urgencia de conseguirlos y aborden con dedicación y calidad las relaciones que subyacen al conflicto.

En esa línea de análisis y aspiración, es importante que algunos paradigmas cambien, en especial aquellos que nos alejan de otras vías de acercamiento y acuerdo, que en un contexto de conflicto limitan nuestra capacidad de abrirnos a conocer, escuchar y plantear al menos la posibilidad de entender la perspectiva de las otras partes.

Si la idea de democracia alude principalmente a la distribución del poder en el conjunto de la sociedad, nuestra realidad evidencia falencias en cuanto al respeto de este principio. Cuando un gobierno no sólo no representa los intereses de distintos sectores de la población, sino que los relega ante intereses de grupos que sí concentran poder político y económico, se está afectando seriamente la democracia.

Cuando ni las autoridades ni las instituciones reconocen la diversidad que existe en nuestro país, cuando no se incorpora una mirada intercultural para abrir los procesos sociales hacia las distintas interpretaciones de la realidad que conviven en el Perú, peor aún, cuando el Estado reprime a cualquier costo el descontento y la desconfianza producto de esa falta de reconocimiento, las relaciones acaban viciándose, corrompiéndose, fracturándose el débil tejido social.

Este panorama de desencuentros que se agudiza en el ámbito socio ambiental, representa hoy más que nunca una oportunidad para revisar nuestras limitaciones como autoridades, instituciones, colectivos, como ciudadanos y ciudadanas que hacemos parte de este país, para encontrarnos desde lo que nos une, aún con diferencias.

Conseguir que nuestras autoridades gobiernen a base de escuchar las necesidades de sus ciudadanos y ciudadanas, requiere aprender a escucharnos, a dialogar con el objetivo de transformarnos también nosotros en lo personal, relacional, estructural y cultural.

Fortalecer nuestra capacidad de gobernanza en territorios en los que existe disputa por las actividades extractivas, requiere de participación civil equitativa, gestión efectiva de los recursos y corresponsabilidad en la construcción de ese desarrollo que nos beneficie.

Es esta la apuesta por un diálogo basado en un enfoque transformativo que, como bien sostiene Lederach (2003), se encamina a restablecer vínculos y lograr cambios realmente constructivos. Es éste el potencial y la importancia del diálogo para fortalecer la democracia y la gobernanza desde una perspectiva pluridimensional, aportando a la capacidad de los actores a participar en procesos de negociación y diálogo tomando en cuenta la interculturalidad y la sostenibilidad necesarias en este proceso.

En tiempos de promesas electorales esperamos propuestas políticas que recojan estos principios de cambio y evolución de manera real y comprometida, dispuestos a lograr mejoras cualitativas desde procesos de diálogo bidireccionales que transformen valores, creencias, discursos y perspectivas, que nos animen a aprender, a mejorar nuestras relaciones y a propiciar situaciones de paz de cuyos beneficios todas y todos podamos disfrutar.

Bibliografía citada:

- Arce, Rodrigo (2014).- «Las diversas manifestaciones del diálogo».

- ----------------- (2014).- El diálogo, la prevención y transformación de conflictos sociales. Proyecto Diálogo Sur.

- Lederach, John (2003).- Transformació de conflictes. Petit Manual D’Ús. Editorial Icaria.


Escrito por

Ingrid Sanca Vega

Antropóloga ~ Doctora en Estudios de Paz y Conflictos


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